Se fue el 2015, y si lo resumimos, podríamos decir que para algunos, fue un año muy complicado, algo difícil para otros, ¿del terror tal vez?, ni tan malo como para olvidarlo, ni tan fantástico como para atesorarlo. Por otro lado, no podemos negar que se va, pero nos deja con más experiencia, hemos resistido a los embates naturales, y desastres varios, y con eso debemos ser agradecidos porque nos deja preparados para enfrentar cualquier problema, por complicado que este sea. Si pasaste el 2015, podrás sentirte un vencedor de antemano.
Independiente de cómo haya sido, en lo que sí coincidimos todos, es en que lo vamos a terminar, y es precisamente esa posibilidad de cerrar un período, la que nos debe dar alegría. Soltar el 2015, para dar paso al 2016, llenos de ilusión, porque nos traerá cambios, nos abrirá la puerta a todas las posibilidades que hemos estado esperando.
Dicen que es bueno recibir el año con la casa limpia y ordenada, deshacerte de todo aquello que te tenga aburrida, que no utilices, o no te sirva. No es necesario que este consejo lo tomen al pie de la letra, y abandonen al marido o a la mujer, precisamente hoy. En todo caso, no está de más considerarlo si este cumple con las características antes expuesta. Un buen remezón a una relación dormida no deja de ser desafiante y esta posibilidad te la da un año nuevo.
Yo por mi parte, consideré importante esperar este fin de año con la casa fumigada: clóset, paredes, cortinas, alfombras, plantas, flores, árboles. Hasta Marvin mi perro fue desinfectado. Esto fue como un acto simbólico para eliminar todo lo que podría haber sido tóxico, nocivo y dañino que nos contaminó el año que se va, para así dar paso a la pureza. No, es muy fuerte esa palabra, quizás sea mejor usar limpieza. Me refiero a la limpieza interior, buenas vibras, decencia, pudor, lealtad, respeto, integridad, honestidad, no a la coalición, ¡uff parece que me perdí!. Sin querer me sugestioné con el tema. No cometan este error. Hablar de política finalizando o comenzando el año es de pésima educación.
También hice un cambio radical con respecto a la cena de Año Nuevo tradicional.
En realidad esta medida la instauré en mi familia hace ya bastante tiempo, cuando los niños estaban chicos. Debo reconocer ahora que me aproveché un poco y saqué partido de la debilidad impresionante a todo lo que sea comida que tienen los hombres, y como en mi casa son todos hombres, incluyendo mi perro Marvin, me facilitó las cosas. No les importó en lo más mínimo cambiar el mantel blanco, las copas, la carne e wagyu, los quesos de cabra soltera y un sinfín de manjares exóticos que uno se esmera en preparar en esta fecha, para dar paso a una maravillosa noche de hot dogs.
Eso fue un cambio mágico, me simplificó la vida y me permitió recibir el año con la mejor disposición, y apreciar las buenas ideas, la “chispeza” (como dice nuestro jugador de fútbol, Gary Medel), que te surge de tanto en tanto en la vida, y que cuando las tienes, debes aprovecharla. Es primera vez que confieso en público, que esto lo hice en beneficio propio, porque se los plantee de tal forma que ellos quedaron convencidos, que yo como madre era brillante.
Esta confesión también quiero tomarla como una limpieza interior, para recibir con el espíritu en paz el 2016, mal que mal, mis hijos están grande y podrán sobrevivir a enterarse que los engañé por tanto tiempo, no creo que los traumatice saber una verdad guardada celosamente en mi corazón por tanto tiempo.
Siempre digo que uno como madre, es tan solo una sobreviviente de lo que significa llevar una casa. Es duro superar pestes, contener, alimentar, educar niños y adiestrar mascotas. Todo esto intentando mantenerse dignamente y no morir en el intento.
Cerremos este 2015, olvidemos lo malo y recordemos con agradecimiento todo lo que nos enseñó, Y este 2016 hay que darle la bienvenida a los sueños, a esos deseos que guardamos secretamente en nuestro corazón, y a los deseos que aún no se nos ocurren. Démosle paso a los viajes, las aventuras, a dejar de lado el qué dirán y, simplemente, a vivir más el hoy.
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