El lenguaje en nuestras vidas es de vital importancia. Por medio de éste podemos transmitir nuestras emociones y pensamientos. Podemos comprender la realidad, emitir opiniones y, en definitiva, comunicarnos con todas las personas que nos rodean.
Existen diversas formas de comunicación. La comunicación verbal es sin lugar a dudas la más utilizada, pero eso no significa que sea la más fácil. El lenguaje oral a veces se ve obstruido por malas interpretaciones.
Hace un tiempo atrás tuve que ir al banco a hacer unos trámites. Apenas puse un pie adentro escuché una voz ronca y fuerte:
—¡Señora Mari, tanto tiempo!
Frente a mí estaba Don Manuel, un hombre grande, de campo, con una sonrisa cálida y de voz fuerte. De esas personas buenas de adentro, y que salen adelante por su esfuerzo, por el empuje y el trabajo.
¡Qué gusto me dio volver a verlo! No lo veía desde hace mucho tiempo. Él vendía huevos de campo y queso que traía desde su fundo hasta Santiago dos veces a la semana. Por años fui a su local todas las semanas a comprar huevos. Lamentablemente su negocio no fue rentable, por lo que tuvo que cerrar.
Me preguntó por mis niños, me contó que estaba de regreso en el campo y que a Santiago intentaba venir lo menos posible.
Era cerca del mediodía de un viernes, justo cuando los bancos comienzan a tener recibir un gran flujo de gente, sin embargo, conversábamos como si no hubiera nadie más. Ahí me di cuenta que además de hablar fuerte, Don Manuel no escuchaba bien, porque me hizo repetir un par de veces lo que yo le decía.
Nuestra conversa duró unos minutos más, y luego nos despedimos.
—¡Usted me alegró el día, señora Mari! Nunca me imaginé que se acordaría hasta de mi nombre —me dijo emocionado y con una sensibilidad que se reflejaba en sus ojos.
Entonces le respondo, desde el corazón, y en un tono lo suficiente alto para asegurarme que me escuche, ajena a todo el público que nos rodeaba en ese momento:
—¡Cómo lo voy a olvidar, Don Manuel, si los suyos son los mejores huevos que he probado en mi vida!
—¡Quéeee! —me dijo soprendido.
Después de repetir y no antes de que gran parte de la audiencia se largara a reír, tome conciencia de la tremenda brutalidad que había dicho.
Mientras manejaba de regreso a mi casa, luego del bochorno aquel, recordé otro suceso ocurrido, igualmente vergonzoso, pero en esta oportunidad estaba acompañada por una amiga, la cual nunca pierde oportunidad de recordarlo cuando nos vemos.
Pasé a buscar a la Mati a su casa para ir al centro. Teníamos que hacer una presentación de negocios, así es que estábamos coordinando y conversando todos los detalles mientras manejaba. Como teníamos tiempo de sobra para llegar me detuve en una bomba de bencina después de ver que el estanque estaba casi vacío.
Se acercó el bombero a atendernos. Sumamente amable, después de preguntarme con qué gasolina cargaba y si quería el estanque lleno, comienza a echarle bencina a mi auto.
Con la Mati estábamos entretenidas conversando de la reunión. El bombero después de dejar la manguera fija en el estanque, fue hacia el parabrisas y comenzó a limpiarlo.
Muy metida en mi conversación, noté de reojo que el bombero estaba por terminar de limpiar el parabrisas, así que sin pensarlo y muy por instinto me asomo por la ventana y le grito (como para que me escuche):
—Por favor, sea buena persona. ¡¡Me limpia el trasero también!!
Después de haber dicho tremenda estupidez, me doy vuelta hacia mi amiga con la secreta esperanza de que ella no se hubiera dado cuenta de mi reciente solicitud, pero no tuve tanta suerte. Ella figuraba roja como tomate, llorando de la risa y enrollada en el asiento del copiloto.
Debo reconocer que tengo cierta facilidad para decir cosas que pueden ser mal interpretadas y de las cuales arrepentirse no sirve de nada porque ya es muy tarde. Pese a ello, considero que la comunicación entre los seres humanos es maravillosa, y es la única forma que tenemos de conocernos y acercarnos a los demás.
Siempre he trabajado relacionada con las ventas y me encantan las relaciones que uno puede llegar a consolidar en este rubro. Durante mucho tiempo me dediqué a la platería, vendiendo artículos de plata, trofeos, bandejas, jarros, entre otros, principalmente para regalos de matrimonios. Tenía una cartera de clientes fija. Ellos me llamaban y me solicitaban que le fuera a dejar a los novios algún regalo que ellos escogieran.
Recuerdo a un cliente en especial, que no nombraré para proteger su identidad. Normalmente me llamaba los viernes por la tarde y siempre me decía algo parecido:
—Mari, tengo un cacho y necesito que me salves.
(Entiéndase por “cacho”, un gran problema).
Lo invitaban a matrimonios, y siempre se olvidaba de enviar los regalos con anticipación. Cuando me llamaba, yo ya sabía que necesitaba el regalo para entregárselo a los novios ese mismo día. Siempre a última hora y con la misma frase: “tengo un cacho, por favor ayúdame”.
La verdad es que a pesar que llamara siempre tarde, era una gran persona y buen cliente, así es que yo de buena gana le solucionaba sus “cachos”.
Un día voy caminando por un centro comercial, y me encuentro con él y su señora. Muy cariñoso me saluda y le dice a su mujer:
—Te voy a presentar a quién siempre me soluciona los problemas de última hora y que gracias a ella nos reciben tan bien en los matrimonios.
Yo muy cortés la saludo y le digo:
—¡Qué gusto de conocerte! No tienes idea de lo “cachero” que es tu marido.
Cuando me acuerdo de la cara que puso ese pobre hombre y del espanto en la expresión de su mujer…… ¡me quiero morir!
El lenguaje en nuestras vidas es de vital importancia. Sin embargo, creo que lo mío va más por la comunicación escrita que por la oral, porque cuando escribo siempre puedo leer y corregir lo que quise decir.
Aaaaay Mary q manera de ir a las carcajadas sola (sin compañía) pero lleno de pasajeros .q metidas de pata ,la de los Cachos insuperable,me muero muerta jajajjajjajja q risa!
Al menos se te hizo más corto el trayecto, si logré que te rieras con las anécdotas
Gracias Su!
Que graciosas anecdotas… me rei muchisimo. Entretenida bitacora como siempre…
Faby, mil gracias por darte el tiempo y leerme.
Bien Marisol eres muy ingeniosa y divertida y además buena memoria te quiero igual con metida o sin uno tiene que ser espontáneo Tío Carlos
Gracias Tío por quererme a pesar de todo, jajaja!!
Y por preocuparte de hacermelo saber
Besos
Solo tu podrias tener esos exabruptos, me encanto gracias darnos estas alegrias.
Por favor no dejes nunca de escribir ya somos muchos los enviciados con tan hermosa narrativa .
Agradezco mucho tu comentario Pepe, y me alegra saber que te gustó.
Espero no defraudarte con los próximos.
HAY VALDI Q RISAAAA…..MENOS MAL NO TE FALTABA AGUA EN EL DEPOSITO AQUEL PARA LIMPIAR EL PARABRISA…..YO PEDI Q ME LO LLENARAN UNA VEZ…..PLOP….
TE. LEEO…TARDE PERO TE LEO SIEMPRE!!!
Me encanta saber que te ríes con mis escritos Andrews.
No importa que lo hagas tarde, lo que importa es que lo leas, te lo agradezco mucho