Rodeada de hombres

Las mujeres queremos conversar, los hombres quieren el computador, la tele o un libro.
Nosotras creemos que el amor significa estar atentos y demostrar. Para ellos solo basta el estar presente. Nosotras hablamos más porque requerimos expresar, necesitamos la palabra para hacer que las cosas se transformen en reales. Mientras que los hombres necesitan los hechos para interpretarlos. Simplemente, somos extraordinariamente diferentes. He ahí el encanto.

Se los digo con conocimiento de causa, porque soy madre de cuatro maravillosos hijos hombres, quienes a medida que han ido creciendo, me han enseñado a sobrevivir siendo la única mujer en medio de este clan cerrado, con códigos propios, que muchas veces me han hecho pensar que soy extraterrestre en mi propia casa, por la simple razón que ellos, a diferencia de nosotras se potencian y se entienden “sin emitir palabra”.  Y como soy minoría, se sienten poderosos y con autoridad para dar por hecho que la exagerada, y distinta, no tiene la razón.

Ellos, simplemente por ser así, sin proponérselo, tan solo porque su esencia es de ese modo, logran despertar al “aborigen” que llevas dentro. Pero lo peor de todo es que no se dan cuenta. Lo hacen sin intención. Y ESO es lo que nos cuesta llegar a entender a nosotras que nos hicieron sentir que éramos y seríamos siempre “princesas.”

Les doy claros ejemplo de esto para ver si les parece conocido:

-Que te hagan repetir, lo mismo que les explicaste hace un momento atrás.
-Que te digan “tranquilízate”, “cálmate”, “no es para tanto”, cuando tú estás en pleno ataque de furia.
-Que no encuentren nada por sí mismos, a pesar de que lo que buscan esta frente a ellos.
-Que te pregunten dónde vas, siendo que no sólo se lo dijiste antes, también les dijiste con quién ibas.

-Que te hagan sentir inhabilitada mental por intentar emitir un juicio mientras estas molesta, y te digan….”relájate, piensa y luego habla.”

No, no ha sido fácil sobrevivir, ahora mismo que les cuento esto, me vuelve a dar rabia, pero ha pasado el tiempo y creo que hasta me enseñaron a madurar, porque a pesar de todo tenemos claro que somos las encargadas de sacar adelante a nuestros hijos, de escuchar sus problemas y de estar presentes, porque en definitiva nuestro rol es estar disponibles para ellos, siempre.

Nosotras las mujeres también tenemos códigos comunes, que nos hacen especiales y únicas.
Tenemos la capacidad de manejar dos cifras en forma paralela, la real o la que callamos… y la que decimos. Por ejemplo, si vamos de compras y encontramos unos pantalones fabulosos, y su precio es $25.990, siempre diremos que nos costó: “como $25.000”, jamás lo redondearemos a $26.000, es que siempre aproximamos hacia el valor inferior, eso es algo instintivo, defensivo tal vez.  Esto se debe a que algunas mujeres que desprestigian nuestro género, se han preocupado de hacernos un flaco favor, siendo consumistas y gastadoras, creándonos mala fama, esa es la razón por la cual nos anticipamos a cualquier comentario al respecto.

Todas pesamos “como 49 o 59 Kilos” las que son más altas podrán pesar 69 o 79 Kilos. Si te preguntan, ninguna dirá que pesa 63, o 72 Kilos, es algo automático, la facilidad de adecuar los números, es solo nuestra. Este fenómeno también ocurre con las tallas, siempre usaremos S, o M, si somos muy grande, podremos reconocer una L, pero ¿XL?, jamás.

No podemos dejar de mencionar la habilidad sorprendente que tenemos las mujeres, (pienso que se va desarrollando con los años), de descubrir ofertas. Siempre que nos compramos algo, -bueno, me refiero a esos productos que no necesitábamos- los compramos en oferta. Somos de una facilidad para ubicar las ofertas, increíble. Como si tuviéramos un GPS incorporado para descubrirlas. Incluso una vez que salimos de las tiendas, sentimos la necesidad imperiosa de llamar a alguien para compartir los datos, en eso somos, de lo más solidarias, entonces revelamos el “Y TANTO”, algo que lo usamos en forma inconsciente, porque esta formateado en nosotras y se activa en automático junto a la palabra OFERTA; es como un “combo del Mc Donald” imposible de separar, van siempre juntas….

“Aló…… ¡¡No me vas a creer, estoy en el mall y encontré unas ofertas increíbles….!! Las toallas grandes de playa exquisitas, todas como a 20 mil….y tanto. Los cubrecamas de dos plazas a 30 mil…y tanto, los de una plaza, algo así como 26 mil y tantos.

Hombres y mujeres somos diferentes, es cierto, pero les prometo que si buscamos y nos esforzamos, en el fondo los hombres también son encantadores. Y si no, piensen ¿cómo fue que crecieron mis pollos sanitos y salieron adelante, a pesar de todo?

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