¡Bienvenidos los cambios, adelante las pérdidas! Es una constante en nuestra vida. Permanentemente nos vemos enfrentados a los cambios. Si queremos vivir, debemos arriesgarnos a perder. Siempre algo hay que soltar para recibir el beneficio de la pérdida.
Dejas atrás la tranquilidad del colegio, pero asumes la responsabilidad de tus estudios, eres tú quién escoge ahora tu futuro. Perdemos la inocencia de ser niños, para crecer y ser autónomos. No puedes comenzar una nueva etapa en tu vida si no asumes las pérdidas de la anterior.
Como dice la canción: “Cambia todo cambia”….
Eso me sucede cada vez que viajo. Dejo atrás la tranquilidad de mi hogar para vivir maravillosas experiencias. Y cuando regreso, siempre, siempre encuentro cambios. Por ende, pérdidas también.
Sin ir más lejos, puedo contarles que al regreso de mi último viaje a Perú, hace tan solo unos días, me encontré con un tremendo cambio en mi casa: ¡los integrantes de la familia habían aumentado! Así, tal cual. Y no es que haya aparecido alguno de mis hijos revelando un secreto bien guardado hasta ese momento ni mucho menos. El asunto fue que durante mi ausencia, los hombres de esta casa tuvieron la brillante idea de adoptar un perro. El segundo perro de la familia: Coke.
Para más remate, tuvieron que elegir uno de exactamente la misma raza, color y sexo que mi querido Marvin. Ni siquiera en eso variaron, cero originalidad. Definitivamente esta es y será siempre una casa de hombres.
Coke, quien ya venía con ese nombre, llegó a este hogar producto de un complot armado en mi contra, a mis espaldas y en ausencia mía, del cual la Paula Hidalgo, amiga hasta ahora y excelente veterinaria, es cómplice. Ella apoyó su adopción y estadía en esta casa. Aún no la he querido llamar. Lo haré recién después de asumir este potente cambio en mi vida. Necesito recuperar la tranquilidad antes de hacerlo.
Para que no comiencen a especular, les debo aclarar un par de cosas. La adopción en sí no es lo tremendo. Pasar de tener un peludo, a tener dos corriendo por la casa tampoco es tan espantoso. Yo voy más allá. Lo tremendo es asumir la responsabilidad de atender a uno más y darle los cuidados necesarios para que tenga una buena vida, y no una “vida de perros”. Eso, es algo que no me preguntaron, y que ahora debo enfrentar.
Preocupada por la integridad emocional de Marvin, nuestro único perro por casi 5 años y desde que era un cachorro, me acerqué a él el otro día para intentar tener una conversación sobre la llegada de Coke. Pero no saqué nada en limpio porque Marvin es un Pug muy reservado.
Se dice que esta raza es procedente del lejano oriente y él es fiel a sus orígenes, porque estoy segura que practica la doctrina Zen Budista, buscando la sabiduría a través de la meditación. Marvin es tranquilo, regalón y muy educado, puede pasar horas a tus pies, acompañándote, con la única necesidad de estar en contacto directo con tu piel.
Coke, por otra parte, tiene tan solo un año y medio. También es Pug, pero a diferencia de su hermano, parece ignorar sus orígenes y no sigue doctrina alguna, salvo el juego y la necesidad del movimiento permanente. Intruso como ninguno, no sabe de respeto, modales, ni educación. No camina, corre, se estira y salta. Tengo la esperanza que esta locura sea producto de su edad, y que se tranquilice con el tiempo. Aunque a decir verdad, si me baso en la experiencia con mis hijos, mis expectativas no debieran ser necesariamente altas.
Me pregunto qué pasa con Marvin. Veo en su vida muchas pérdidas y cambios. Por ejemplo, ya no puede entrar a la casa como lo hacía antes, porque Coke lo seguiría y se necesitaría un adulto detrás para poder controlarlo. Tampoco puede unirse al grupo familiar en el living y dejar al chico encerrado en la cocina, porque el llanto y los rasguños en la puerta son insoportables. También debió suspender sus meditaciones diurnas: su hermano adoptivo simplemente no las permite, ni las acepta. Que Marvin medite (duerma) durante el día es superior a él. Coke se mete a su cama, lo molesta, le chupa la oreja, le tira juguetes encima, no le deja la paz.
Debo reconocer que Marvin, después de un rato, olvida su sabiduría zen y es capaz de imponer respeto. Cuando se ve superado, va donde el Coke y le habla golpeado, molesto por la situación. Le tira un par de tarascones, y lo deja tranquilo y en su lugar. Es decir, le demuestra quién manda en la casa.
Todos hemos tenido cambios con esto. Ahora debo bañar no a uno, sino a dos maravillosos peludos, con comportamientos muy diferentes. Por lo mismo, tengo que tener cuidados especiales con cada uno. Acá algunos de estos:
Marvin
- Temperatura del agua: moderada.
- Jamás lanzar el chorro de agua directo a su cuerpo.
- Siempre disolver el shampoo en agua antes de aplicarlo en su lomo. De aplicarlo directo, su piel se eriza porque siente frío. No te lo perdona jamás.
- Evitar mojarle la cara, porque le produce estornudos. Ya bastantes problemas respiratorios tiene con su nariz chata.
- Permitirle el desplazamiento por la tina. Le gusta caminar cauto, como si calzara chalas de taco alto.
- Al aplicar secador, éste debe estar en temperatura media y a baja intensidad. Y por ningún motivo apuntarle a su cara.
Coke
- Temperatura del agua: da igual. Es un bruto.
- El chorro de agua es una batalla perdida: lo buscará con su cara y hocico para intentar tomar toda el agua que pueda.
- Si no mastica el frasco de shampoo antes, le gusta que se lo esparzan con escobilla por el lomo.
- No hay que tener especial cuidado ni con su cara ni nada. Le gusta chapotear sin importar donde caiga el agua ni a quién moja (siempre es a mí, obvio).
- Le gusta desplazarse por la tina, pero corriendo de un lado a otro. Como no es coordinado, es frecuente que tropiece y caiga.
- No muestra en ningún minuto interés alguno por salir del agua.
Pero a veces estos cambios te traen sorpresas. Coke, pese a ser mucho más joven que Marvin, es bastante más alto, lo que me tenía bien complicada antes de bañarlo la primera vez. La sola idea de tomarlo en brazos para secar a este cachorro inquieto de patas largas me asustaba. Sin embargo, al momento de hacerlo, quedé totalmente sorprendida por su docilidad. Sin que le dijera nada, decidió poner ambas patas en mis hombros y acercar tranquilamente su cara a mi cuello con carita de ángel. Por unos segundos el baño de mi casa se convirtió en un salón, y Coke en mi pareja de baile, danzando juntos al compás de un lento.
Que le tirara aire del secador directo a la cara fue para él casi como pasearse en un Jaguar con la ventana abierta a 200 km por hora. Una experiencia increíble. Sus mofletes se movían libremente con el viento de puro gusto. Coke resultó ser un fabuloso paciente. Fue maravilloso verlo tan feliz. Debo decir que me reconcilié con él y con los involucrados en el complot de la adopción durante mi ausencia.
Siempre pensamos que con el cambio perdemos algo, pero no nos damos cuenta que con el cambio, por pequeño que este sea, llega una nueva oportunidad a nuestra vida, creando nuevas posibilidades. Debo reconocer que en este minuto no las tengo muy claras, pero estoy segura que el tiempo me las irá mostrando.
La vida es eso, un constante cambio.
Maravillosa historia de la llegada del nuevo integrante a la familia, una excelente descripción del sentir en primera persona. Felicitaciones muy entretenido.
Muchas gracias Gianni, por estar conmigo en este nuevo desafío y por tus palabras
Cariños
Me encanto la confabulacion familiar…saben que eres adorable…cariñosa y en mejores manos imposible…buenisima historia Mari…
Mil gracias por tus palabras Caro, aquí la adorable y cariñosa amiga eres tú. Contar contigo es lejos lo mejor.
Qué linda historia, aunque también soy partidaria que la incorporación de un nuevo miembro en la familia, siempre debe ser de común acuerdo de TODOS los componentes del grupo 😉
Sí me da pena que Marvin no pueda entrar a la casa, al igual que Coke. Los perros son seres extraordinariamente sociales, que buscan permanentemente crear y mantener vínculos sociales con el resto de los miembros de su grupo social. Una buena idea es que Coke tuviera, por ejemplo, un kong que lo mantenga entretenido y tú vieras que se porta bien dentro de la casa. Así Marvin no “perdería” espacios oni contacto, como muy bien describes tú “puede pasar horas a tus pies, acompañándote, con la única necesidad de estar en contacto directo con tu piel.”
Saludos !
Que buen comentario y aporte Ale.
Lo comparto plenamente contigo, Marvin debe volver a entrar a la casa, extraño muchísimo su compañia. Gracias!!!
Mari que puedo decirte? Después de reirme imaginandote bailando lento con un perro mojado, con todo el trabajo que implica yo sólo puedo felicitarte por tu buen ánimo, tu buena actitud y tu eterna capacidad de ver el vaso medio lleno. También me hicieron ese complot en mi casa y tuve que decidir firmemente que los bípedos se quedarán y el cuadrúpedo se fuera porque todo fue un caos, Un horror porque el cachorro era un histérico y para eso me quedo con el marido, no crees???😆como siempre, me encantan tus escritos. Un abrazo cariñoso.
Jajaja!, eres increíble Lettie por eso me caes tan bien!
Agradezco mucho tus comentarios, porque siempre reflejan un poco de ti.
Me encanta saber que cuento contigo y que te gustas los escritos, gracias por acompañarme semana a semana.