Y sí. Debo reconocerlo: ¡¡¡me tienes al borde de la locura!!! Intenté ignorarte, hacerme la interesante, mantener distancia y aparentar que no me importabas, pero todo esfuerzo fue inútil. Diciembre, una vez más has llegado. Acompañado de tu demandante y exigente personalidad. Toda preparación previa siempre es poca porque nunca vienes solo. Te gustan los eventos, las reuniones sociales y nunca dejas de invitar a tus amigos íntimos: “los imprevistos”. Tu visita siempre es una mezcla explosiva de actividades nada aconsejables y llenas de pésimas influencias. Y el resultado es conocido: falta de descanso, exceso de ansiedad, e irritabilidad galopante que se acelera a medida que se acaba el año.
Intento dormir, mas no logro conciliar el sueño ¿Cómo silenciar la vocecita en mi cabeza? Esa que repite:
– Listas de regalos (que no se te olvide el cartero, el jardinero, la nana de tu suegra….)
– Planifica las últimas reuniones (acuérdate de invitar a la señora del jefe…)
– Compromisos de término de año (¿qué te vas a poner?, ¿qué vas a hacer con tu pelo?, ¡te ves fatal! o ¡sólo un milagro me salva!
– Menú de fin de año (¿qué vas a cocinar?, ¿esa receta que viste en la revista?, ¿y si en vez de un aburrido pavo mejor no haces ancas de rana al pil pil acompañadas de quínoa orgánica?)
– Notas e informes de los niños en el colegio (¡Y afírmate para recibir inmediatamente las listas de útiles para el próximo año!)
– Aguinaldos (¡A calcular Mari! Me imagino que te acuerdas el monto de los aguinaldos del año pasado…)
– Vacaciones (¿Creías que esto iba a ser fácil?, ¿Te quieres ir a la punta del cerro? ¿Y si los niños quieren lago o playa?)
¿Será posible hacer como los pájaritos y sólo cantar? Cantar cualquier cosa, aunque sea desafinado. La idea es hacer como si no nos importara y jugar a que somos muy felices. Seguro una podrá auto-convencerse y todo se haría más fácil. Nunca he visto a un pájaro estresado o deprimido, siempre andan contentos, despreocupados y llenos de energía. Los invito a imitar a los pájaros para tener una visión diferente, y con alturas de mira.
Claro, si no tan solo basta la voluntad de parar, hay que además hacer cambios. Puedes partir respirando tres veces, inspirar profundo y soltar el aire despacio. Este es el momento preciso para detenernos y replantearnos qué es lo verdaderamente importante de este mes. No perdamos el sentido ni el significado de lo que es Navidad. Seguro no es novedad lo propensos que somos a perder la cabeza en Diciembre si nos olvidamos de respirar, cantar un poco y pensar.
Ahora que saben cómo protegerse de Deciembre puedo compartir mi experiencia con las grandes tiendas sin miedo a traumarlos. Para nadie es sorpresa que las ventas de esta fecha son cruciales para el comercio. Y en Diciembre proliferan las campañas de las tiendas para ganar clientes y competir con sus pares.
Ayer estaba en una de esas tiendas anclas de un mall cuando me vi sorprendida por un anuncio. Por un instante dudé que la fecha fuera 2 de Diciembre porque por alto parlante anuncian una venta de último minuto para liquidar toda lo mercadería de Navidad. Una voz de ultratumba convoca a la “gran venta gran” e invitan a toda la gente que se encuentre en la tienda a correr al piso 4 porque en pocos minutos se liquidará todo.
Hordas de gente buscan desesperadas la mejor manera de llegar al cuarto piso. En minutos las escaleras mecánicas subían rebalsadas de humanos ansiosos, con los ojos fuera de órbita de pura emoción, listos para comprar y gastar. Para amenizar, una especie de “cortina musical” hasta que se da inicio oficial a la venta “llévese la Navidad a su casa”.
Primer anuncio: “Adornos navideños con un 60% de descuento al precio marcado”. La gente se abalanza sobre canastos repletos de artículos rojos con dorado y verde, se abren camino a punta de codazos y consumidores en frenesí se disputan viejos de pascua a tirones. Los polvos metalizados cubrían el lugar y los ángeles, renos, campanas y duendes rodaban por el piso casi como si hubiesen cobrado vida. Era lo más alejado al ambiente navideño de paz y armonía que se supone debería reinar en estas fechas.
Anuncian el término de la primera venta y los vendedores proceden a retirar los canastos de mercadería. Es un procedimiento riesgoso. La desesperación de algunos era patente y una señora que no concebía que la oferta hubiese concluido es arrastrada aferrada a un canasto. Dos guardias de seguridad apenas logran separarla, o más bien despegarla, del carro de mercadería.
Segundo llamado: “Todo lo verde que tenga pino, al dos por uno” En mis años de experiencia en malls, nunca había sido testigo de una reacción como la que siguió al “ofertón de pino”. Una mujer con la cara y el pelo cubiertos de polvos dorados y nieve artificial se aferra a dos árboles de pascua dos veces más altos que ella, decorados, con guirnaldas, luces enchufadas, encendidas e intermitentes y clama desesperada: “¡¡¡son míos y yo me los llevo, no los toquen!!!” La mayoría de los compradores prefieren los arreglos con forma de coronas. Se los arrebatan de las manos y no parecen darse cuenta de que con cada tirón iban destruyendo los accesorios, cintas y campanitas que decoraban el botín.
Tercer y último llamado: “todas las esferas y cintas navideñas, seis por el valor de una”. Apenas la voz del locutor se extingue mi integridad física corre peligro y sólo la baranda de la escala me salva de caer junto a las dos mujeres que se estrellan a mi lado y ruedan por el piso. Ambas, a juzgar por su vestuario de seguro venían de la oficina, traje de dos piezas, falda y zapatos de taco, pero el uniforme no fue impedimento para que literalmente gatearan por la tienda con la gracia de una morsa, intentando recuperar las esferas que con el choque se les habían escapado de las manos.
Fue un espectáculo terrorífico: adultos enajenados, sin juicio, peleando con una agresividad sin límites pero sin saber muy bien porqué. ¿Cómo no va a ser mejor cantar, “hacer como si” Diciembre no nos importara y jugar a que somos muy felices?
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